Breve historia agrícola y ganadera
Autor: Jaime Gallego Monedero
Alcázar en el tiempo (2ª parte)
En el Priorato de San Juan se
tenía costumbre de prestar a los
agricultores un tercio de los diezmos
para la siembra.
En el Libro de Cuentas 1612-1628
folio 90 nos encontramos la
siguiente reseña:
“Mas doce reales que pagó a Diego
García de Siruela, vecino desta villa,
porque fue a la villa de Tembleque
con una carta deste Ayuntamiento
para Juan García de Martín Sánchez,
mayordomo del Iltrmo. Cardenal de
Toledo, para que recibiese en esta villa
el dinero de ciento cincuenta fanegas
de trigo y ciento y ochenta fanegas
de cebada que su señoría mandó dar
a los labradores para sembrar, como
lo refiere la libranza de noviembre del
dicho año.”
 Sin embargo, cuando D. Juan José de
Austria se hace cargo del Priorato en
1645, esta costumbre se encontraba
en retroceso.
Como la renta del Priorato estaba
basada en la cosecha recogida y el
precio de ésta, cualquier contratiempo
suponía una gran pérdida. La mayor
de las preocupaciones fue la langosta
que no dio tregua en la primera mitad
del siglo XVII. Podemos observar como
el 12 de abril de 1617 el concejo
de Alcázar acordó enviar a Pedro
López Zarco, regidor, para valorar la
entidad de la langosta descubierta en
diferentes lugares del término, dando
su informe cuatro días después:
“… se a dado noticia en este
ayuntamy[ent]o que en los térmy[n]
os desta uilla desde el Monte del
Arenal a U[ill]azentenos y Mojadas
de la Mancha, exidos y otras partes
ay mucha cantidad de langosta y que
conbiene hazer diligenzia para la
destruyr y matar porque de no hacerse
se espera que hará gran daño en los
panes de los términos”.
Es durante el quinquenio de 1640
a 1645 cuando la agricultura
sufre grandes pérdidas por la mala
climatología, según la relación hecha
por el contador de los Prioratos:
Estas condiciones dieron lugar a una
fuerte caída demográfica. Además de
este descenso demográfico se dio un
descenso cualitativo de labradores
por el aumento de los pechos y
gravámenes, por la nueva expulsión
de moriscos y por el mayor número
de hombres llamados al ejército
como refuerzo ante las rebeliones de
Cataluña y Portugal.
Por si fuera poco, Felipe IV había dado
orden, a través del Consejo de Castilla,
para que los prioratos abastecieran a
la Villa de Madrid con seis mil fanegas
de trigo a la tasa.
La cantidad de cereal obtenida en la
zona debía de ser importante para
poder mantener en funcionamiento,
en otoño e invierno, los molinos
de agua del Xigüela denominados
Hernando Díaz, del Doctor y La
Herrera; y del Guadiana, denominados
El Exado, primero en el camino
de Alcázar a Argamasilla, y, más
adelante, el del Cuervo, propiedad del
Gran Prior, y, durante todo el año, los
molinos de viento, que ya empezaban
a conformar el paisaje que nos
describiría Cervantes en Don Quijote
de la Mancha y de los que ya se daba
razón en el número 1 de esta revista.
En 1782 se proponía llevar el regadío
a todos los pueblos del Priorato, lo
que supondría una mejora radical de
la agricultura.
“D. Gabriel adoptó un proyecto que
le propuso el arquitecto D. Juan de
Villanueva para dar riego copioso
a inmensas tierras de los pueblos
del Gran Priorato de San Juan con
las aguas del Río Guadiana sin más
contribución que la precisa para
mantener las obras que debían
ejecutarse…”.
El depósito general de las aguas
y el principio del canal se situaría
en la laguna de Miravetes (actual
Cenagosa). El curso del Canal se
dirigiría hacia el Castillo de Peñarroya
donde conectaría con el antiguo Canal
del Gran Prior, adentrándose en los
términos de las villas de Argamasilla,
Cervera, Alcázar, Villacentenos y,
desde aquí, hacia Herencia, Villarta y
Arenas de San Juan, en los límites del
Priorato. Entre 1782 y 1790 las obras
llegarían hasta Villacentenos, donde
quedarían detenidas para siempre.

Puente del Gran Prior existente en Alameda de Cervera. Uno de los pocos restos que quedan del Canal.
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Revista San Isidro 2015

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