Breve historia agrícola y ganadera
Autor: Jaime Gallego Monedero
Alcázar en el tiempo (1ª parte)
La agricultura y la ganadería ya son
representativas en Alcázar desde la
Edad del Bronce. Su representatividad
queda definida en las motillas
localizadas en el término municipal en
el año 1963. Una agricultura basada
en trigo, escanda, cebada, guisantes,
lentejas y chícharos, y una ganadería
de pequeños rumiantes, bóvidos,
caballos, cerdos y perros.
Una agricultura y ganadería de
subsistencia que mejorará en la época
romana con la roturación de nuevos
terrenos.
Hasta la llegada de los árabes, toda la
agricultura será de secano. Con éstos
llegará la noria y las huertas. Huertas
que estarán próximas a la población
y que se mantendrán hasta bien
entrado el siglo XX.
También se instalarán los molinos de
cereal en los cauces de los ríos.
De esto queda constancia en la carta
de donación que hizo Alfonso VIII a la
Orden de San Juan en 1183:
“…Os doy y concedo el Castillo que
llaman Consuegra, en frontera de
moros y cerca de Toledo, todo integro,
con sus entradas y salidas, con sus
pechos, con sus prados y yermos,
con tierras, viñas y huertas, con sus
pastos, aguas, ríos, molinos y con sus
portazgos y minas que se hallaren en
su término, con sus montes, fuentes y
bosques y con sus dehesas y todas sus
pertenencias, por derecho hereditario
y para que lo posean libre, perpetua e
irrevocablemente…”
En octubre de 1241, D. Rodrigo
Pérez da carta de población a 362
pobladores para avecindarse en
Alcázar, concediéndoles el Fuero de
Consuegra. Todas las cartas-puebla
tienen en común su referencia a
caballos o bueyes para las faenas
agrícolas, lo que demuestra que los
pobladores vienen con todas sus
pertenencias. Tardará en rehacerse la
población y, por supuesto, su medio
agrícola y ganadero.
La ganadería fue, desde el principio,
protegida por los reyes. Ya en 1170
Alfonso VIII de Castilla tomó bajo su
protección los rebaños de la Orden de
San Juan. En 1250, el rey Fernando III
estableció las tarifas que se cobraban
a los ganados en los portazgos y
montazgos. El gran comendador de
la Orden del Hospital en España, Frey
Fernando Rodríguez, comunicó al
comendador de Consuegra, Frey Ruy
Pérez, las nuevas tarifas:
• dos vacas de cada mil u ocho
maravedíes
• dos carneros por cada mil ovejas o
dos maravedíes por cabeza.
• dos cerdos por cada mil o dos
maravedíes por cada cerdo.
En 1273, Alfonso X creó la Mesta, lo
que dará una gran importancia a la
ganadería frente a la agricultura. La
industria textil daba más ingresos a la
corona y los aranceles por portazgo y
paso suponían una suma importante.
Veamos un ejemplo:
La crianza de caballos y mulas será
una constante en el municipio pues
el Concejo tenía dehesas y el rey,
que necesitaba de caballos para su
ejército, mandará acotar algunas de
ellas para su cría. Así, en el Libro de
acuerdos del Concejo de 1599 a 1609,
folio 62, año 1601, sig. 1/1, reg. 6, nos
dice sobre este tema:
“En conformidad con la Pragmática
de Su Majestad acerca de las yeguas
y potros dijeron: Que señalaban y
señalaron por dehesa para las dichas
yeguas y potros desde la Fuente del
Retamar hasta el lugar de Villaharta,
término desta villa, lo cual mandaron
se guarde por dehesa para el dicho
efecto e que las guardas de este
término e desta villa tengan cuidado
de los guardar.”
Cuando Alcázar pasa a ser capital
del Priorato, el hecho de ser paso de
ganado y cruce de caminos hará que
se instale el comercio en ella.
También traerá consigo el
establecimiento de gente rica que
hará aumentar las explotaciones
ganaderas y agrícolas, incorporando la
vid y el olivo.
Las siembras de trigo y cebada en
los márgenes de los ríos Gigüela
y Záncara serán alimento para las
grandes plagas de langosta que
asolarán el campo un año tras otro.
También las lluvias torrenciales y
las crecidas de los ríos en primavera
traerán desolación y hambre.
Tan escasa producción dará lugar a
un alza en los precios. En 1546 los
precios del trigo y la cebada rondaban
los 11 y los 9 reales la fanega, y el
pan de los Maestrazgos se arrendó
para dicho año con condición que,
impuesta la tasa, no pudiera ser a
menos de 240 maravedíes la fanega
de trigo y a 120 la de cebada, y en los
cuatro años siguientes no habían de
bajar esas dos semillas de 8 y 4 reales,
respectivamente.
Sin embargo, las tierras eran fértiles
hasta el punto de que Cosme de
Médicis, cronista, las alabó diciendo:
“En toda la Mancha se producen los
mejores granos de España, tanto que
de ellos únicamente se hace en Madrid
el pan para el consumo del Rey…”
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Revista San Isidro 2015

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