Fácil es señor doctor, decir no bebas más vino y que difícil que es para el que nació campesino. Yo que desde muy pequeño dediqué mi vida entera y en darle puse mi empeño, rango, prestigio y solera. Su madre que es la cepa y su padre que soy yo, por eso a explicarle voy mis trabajos y faenas. Allá por la Navidad o en el frío mes de enero, entre escarchas, frío y hielo voy a mi viña a podar y la podo con esmero. Lo mismo podo lo blanco, que el cirial, tinto o tempranillo, si con fuerza veo un costado le dejo un buen sacavinos. Y después cojo mis mulas y a ararlas me voy con fé, no derribo ni un pulgar aunque tenga que torcer el arado o levantar. Y al llegar la primavera, antes de que llegue abril, le doy la segunda vuelta y me voy a descubrir por que en abril no toque a la vid. Amortero las pequeñas, escarbo las regulares y a la que veo tapada le descubro los pulgares. Arranco las hierbas y al terrón le doy un mochazo y al irme de cepa en cepa hasta el rileo recabo. Como un colchón las dejo hasta mediados de mayo, que suele ser abrilejo ladrón de miles de años. | Y en Mayo, que hermoso es mojado por el rocío, ver un sarmiento nacer que ya enseña dos racimos. Fruto en flor, dulce esperanza de campesinos que no duermen ni descansan trabajando en su cultivo. Por eso yo en la labranza de este mes tengo gran celo, yo con mi yunta y toza ancha a cuatro surcos rileo. Y después las abro y cierro si la viña es vieja ya y si es nueva la amortero, antes le doy dos palás y le quito los bajeros. No dejo una hierbecilla si hay un terrón tampoco y son mis manos verdugos del bicho que ven mis ojos. Siempre atento al mejor cuido con afán las esbollono, lo que no sirve lo quito y le ayudo al desarrollo. Que una cepa esbollonada y además espampanada, limpia de azulillo y sapo, es un hermoso rosal en que se mira su amo. Y ya sólo unas visitas de cuando en cuando les hago donde acerco mi vista viendo el fruto madurando. Y cuando maduro está cogiendo de los más buenos voy a por las de colgar a mi viña del copero. Mientras llega la vendimia repaso yo los arreos, mis capachos y serillos, y a los pretales de cuero les pongo los campanillos | para que en el acarreo penoso, largo y pesado, de su alegre tintineo vayan mis mulas gozando. Abren bodegas y voy a otro día a vendimiar y en esta faena doy lo que puedo y algo más. Vendimio por las mañanas hasta haber cogido el carro de pronto a cargar deprisa y a la bodega arreando que hay que hacer otro viaje y duran poco los días, contando que bien se vacíe y que no sea a maquila. Por las noches a velar que hay que hacer hueco en la bodega que la casca hay que mudar y sin destrozar sus hugas quedan y les ayudo a encascar y echo al pocillo el orujo y hasta que no puedo más a las prensas las estrujo. Piso el tinto con los pies y le echo un poco yeso para que el color le de del arco iris del cielo. Meto el mosto en las tinajas con tanto afán y cariño como la madre más santa meciendo duerme a su niño y si el niño llega a ser hombre, el mosto llega a ser vino. Si madre y padre tiene el hombre padre y madre tiene el vino. Su madre que fue la cepa, su padre los campesinos que ponen hacienda y vida para criar estos vinos. Y yo que soy uno de ellos que desde que era muy niño sufrí inclemencias del cielo trabajando en su cultivo, | que pasé mi juventud siempre a la cepa pegado en continua esclavitud para atender sus cuidados, que mi sudor la regaron año tras año, día tras día y mis manos la labraron y enfermedad presentida, mis ojos la vigilaron. Que mis faenas dejaron surcos en mi humilde frente y mi cuerpo lo encorvaron y mi carne ensangrentaron sarmientos de viñas fuertes. ¿Cómo dejar de beber si es parte de mi existencia? Y el que me sabe comprender, alegrarme y darme fuerzas. Si cuando bebo parece que voy vida recobrando que en otros tiempo perdiera detrás de mi yunta arando. Por eso sigo bebiendo porque es parte de mi vida porque es sangre de mi sangre y flor de la tierra mía. Y ahora que ya voy pa viejo sin dudar de la razón de darme tal consejo, le diré señor doctor: Soy de Alcázar de San Juan por tanto soy castellano, manchego como el que más, bebedor sencillo y llano. Si la muerte me llegara que llegue bebiendo vino que cantando me marchara con ella por el camino. Y si el vino es mi veneno, venga vino y después muera, que no ha nacido un manchego que reniegue de su tierra. Y quiero llegar al cielo oliendo a mi vino y tierra, que si me huele San Pedro loco de envidia se muera. |