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Luis Pérez Simón, O.F.M.
Saluda Luis Pérez Simón, O.F.M.
Cercana ya la fiesta del santo titular de vuestra Hermandad de San Isidro Labrador, me habéis pedido un Saluda de encabezamiento de vuestra publicación, que pretende dar a conocer a los Hermanos y devotos del Santo un resumen de lo que ha sido en el pasado, y es hoy, la Hermandad. Acojo con gusto la petición, como Rector de la iglesia de San Francisco, donde tiene su Sede y donde se realizan las diversas actividades que sus miembros efectúan.
Os estimulo y animo a proseguir dando vida y esplendor a cuanto rodea la fiesta local del Santo Patrono de los agricultores españoles, como son la coronación de las reinas, el canto de los mayos, la verbena, la romería y la atención a la Ermita y su entorno, sin olvidar los actos religiosos del triduo y Eucaristía de la fiesta. Son actividades que realizáis con cariño y que es bueno continuar, para lo cual es importante que abráis los brazos de la Hermandad a más personas –a cuantas más mejor-, con tal que se identifiquen con los fines de la misma. Vuestros Estatutos recuerdan “el ayudarse a vivir más intensamente la fe cristiana y trabajar por la liberación integral de los labradores”.
Conocemos a grandes rasgos la vida del Santo, que, aunque envuelta en leyendas populares, conserva un mensaje que no pasa. Recordamos su nacimiento en Madrid, a finales del siglo XI, su primer trabajo como pocero, su matrimonio en Torrelaguna con una mujer santa, Santa María de la Cabeza, su trabajo de las fincas que la familia de Juan Vargas tenía en la hoy llamada Pradera del Santo… Se le atribuyen milagros, como salvar a su hijo caído en un pozo –escena que ha quedado esculpida en el Puente de Toledo sobre el río Manzanares -, los ángeles que aran mientras él rezaba, su generosidad, que lo llevaba en ocasiones a repartir su escasa comida con otros pobres… Su espíritu de sencillez y de fácil relación con los semejantes. Es el primer santo español laico. Todo ello ha hecho que sea un santo muy popular y querido, también en países ajenos al área de influjo español. El papa Juan XXXIII, santo, lo nombró patrono del campo español.
Respecto de su mensaje para los hombres de hoy, cuando el campo no atrae tanto a las personas, y cuando las circunstancias laborales han cambiado mucho, en lo que tiene de testimonio válido para los agricultores y para todas las personas de fe, podemos recordar:
- su vida y espíritu de oración: modelo de vida cristiana que nace de la Pascua del Señor, de donde brota la vida nueva y definitiva. Se dice que, antes de ir a sus labores, acudía a la iglesia a oír misa y a rezar, expresando así su confianza en la divina providencia, que salva a hombres y animales;
- su esperanza, virtud característica de los hombres del campo, que, como buen labrador, espera la lluvia temprana y tardía, mirando al cielo. Ambas cosas, oración y esperanza ponen al corazón en comunión con Dios, y ayudan a que prospere la labor;
- hay que añadir su generosidad y caridad. La primera nos saca de nosotros mismos, y en su forma de limosna -o compasión- perdona los pecados;
- el trabajo, como colaboración con Dios creador, es un medio para sentirnos felices, y realizado sin afán desmedido, sin prisas y sin nervios, se convierte en ejercicio de humanismo y comprensión para con los que nos rodean.
Que la recogida de la historia de la Hermandad, con sus actos y celebraciones hasta nuestros días, además de dejarla escrita para conocimiento de la gente de nuestro pueblo, sirva como reclamo y estímulo para que otros se afilien a ella y continúen su trayectoria, mejorándola en lo posible. La Ermita y su entorno llaman a la acción. Se ama solo lo que se conoce.
Mi felicitación a la Junta Directiva de la Hermandad de San Isidro Labrador por esta idea de publicar la historia de la Hermandad. A todos felices fiestas patronales.